1. Saludo:
Poco a poco nos vamos acercando a la gran Solemnidad de Pentecostés. María, desde la Anunciación a la Visitación, pasando por otras tantas circunstancias, supo responder con docilidad y agradecimiento a los planes de Dios.
El Espíritu Santo fue forjando su personalidad y haciéndola más agradable al gusto de Dios.
¿Quién fue el inspirador en los momentos y en las horas más decisivas de María?: el Espíritu Santo
¿Quién fue el maestro que, a María, le sugería el cómo gobernar, educar, seguir, corregir, y llevar adelante a Jesús?: el Espíritu Santo.
¿Por qué la presencia de María, desde las palabras de Jesús en la cruz, en medio de la comunidad?: para esperar, saborear y sentir la presencia del Espíritu Santo.
Mirar a María, es ver a la mujer llena del Espíritu Santo. Sin el soplo del aliento divino sería imposible entender, asumir, comprender y vivir el influjo de María en nuestra Iglesia. Su persona al servicio de Dios. Su corazón abierto a la Palabra. Su alma, entregada al Misterio.
2. Meditación:
MUJER DEL ESPÍRITU
que, al soplo de su presencia,
te dejaste llevar por el viento de su gracia:
Empújanos a la SABIDURÍA
y apreciar en lo que vemos los signos de la presencia de Dios.
Empújanos al ENTENDIMIENTO
y podamos vivir cerca de Dios
Empújanos al buen CONSEJO
y podamos recibirlo y darlo según Dios
Empújanos a la FORTALEZA
y, ante la debilidad, saquemos fuerza de lo sobrenatural
Empújanos a la CIENCIA
y sepamos conocer lo auténticamente esencial
Empújanos a la PIEDAD
que no seamos fríos ni con Dios ni con los que nos rodean
Empújanos al SANTO TEMOR
y sepamos comprender que Dios está
en el principio y fin de todo y de todas las cosas.
3. Oración:
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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