1. Saludo:
Bienvenidos, un día más, a este encuentro con María.
Caminaban padre e hijo cuando, en una calle, le preguntó al pequeño: Además de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? El niño agudizó sus oídos y, segundos más tarde, le contestó: escucho el ruido de una carreta. Eso es -dijo el padre-. Es una carreta vacía. El hijo, sorprendido, preguntó: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos? El padre le salió al paso diciéndole: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía. Cuanto más vacía está, mayor es el ruido que hace.
María fue una de esas mujeres que nunca interrumpió los planes de Dios. Sus palabras, recogidas en el Evangelio, es muestra del gran contenido de su persona. No presumió de nada. Su grandeza fue el ser pobre. Su gloria el cumplir la voluntad del Padre.
María, no hizo ruido. Pasó como de puntillas por el mundo para que cumpliera el plan de salvación. Se acercó, estoy seguro, a la Palabra que iluminaba todo el Antiguo Testamento. Meditó, en lo más hondo de sus entrañas, los gestos, las indicaciones y hasta los "desaires" que le pudo dar Jesús.
En un mundo donde hay una sobreabundancia de decibelios, la Virgen María, nos invita a escoger caminos que nos conduzcan hacia la paz interna; a oasis de calma y de reflexión; al encuentro personal y comunitario con Cristo.
Si el silencio es el lugar donde Dios habla, a la fuerza María, procuraría en más de una ocasión, conquistar esos espacios de sosiego, que fuesen garantía y facilitasen masticar, saborear, pensar y disfrutar con las cosas de Dios y del Espíritu.
2. Meditación:
Nunca, María, una mujer como Tú sin decir nada, dijo tanto.
Vale más, tu actitud de escucha, que mil palabras.
Hablan más tus obras que un libro de multitud de páginas.
Nunca, María, nadie como Tú dijo tanto en tan poco espacio de tiempo.
Con un ¡Sí!, comenzó Dios a hacerse grande en tu seno
Con un ¡Sí!, germinó Jesús en tus entrañas
Con un ¡Sí!, Belén preparó humilde morada al Niño
Sí, María; tus hechos fueron más elocuentes que tus dichos.
Tu sencillez más certera que tus palabras
Tu silencio el secreto más profundo de tus galanteos con el Espíritu.
Si, María; enséñanos el difícil arte de decir poco y hacer mucho.
Sí, María; enséñanos a ahorrar palabras y regalarnos en gestos.
Si, María; enséñanos a construir la escuela del silencio
el aula de la paz y de la mansedumbre el desierto de la calma y el misterio
del oasis donde Dios, de forma determinante, habla para quien lo busca.
3. Oración:
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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