1. Saludo:
Contemplamos a María como a la Madre de Dios.
Cantamos el nombre de Aquella que, por ser Madre de Aquel que es Dios, proclamamos que es Madre del mismo Dios.
Rezamos a su nombre porque, al pie de la cruz, Jesús nos la dejó como Madre. ¡Madre de Dios, y Madre nuestra!
Santa María, Madre de Dios. De este título emergen todos los demás. Y, por ello mismo, los cristianos le hemos elevado catedrales primorosas o sencillas ermitas. Por ser Madre de Dios, María, juega un papel importante en la historia de la salvación.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Por los que no estamos a la altura de las circunstancias; por los que te endiosamos y no te imitamos; por los que te llevan en sus hombros y olvidan tus virtudes.
Santa María, Madre de Dios, acógenos en este mes de mayo. Arrulla la cuna del corazón de todos tus hijos para que, en él, pueda nacer todos los días el Dios- Niño, el Dios-Hombre, el Dios-Salvador.
Santa María, Madre de Dios, haz que no te perdamos cuando las cosas nos vayan bien y, haz que no sólo volvamos nuestros ojos a ti, cuando la mala suerte apriete.
2. Meditación:
Hay una
mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor,
y mucho de
ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;
una mujer
que siendo joven tiene la reflexión de una anciana,
y en la
vejez, trabaja con el vigor de la juventud;
una mujer
que si es ignorante descubre los secretos de la vida
con más
acierto que un sabio, y si es instruida,
se acomoda a
la simplicidad de los niños;
una mujer
que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los
que ama, y
siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir
en su
corazón la herida de la ingratitud;
una mujer
que siendo vigorosa se estremece con el vagido de un
niño, y
siendo débil, se reviste a veces con la bravura del león;
una mujer
que mientras vive no la sabemos estimar, por qué a
su lado
todos los dolores se olvidan, pero después de muerta,
daríamos
todo lo que somos y todo lo que tenemos
por mirarla
de nuevo un sólo instante, por recibir de ella un
sólo abrazo,
por escuchar un sólo acento de sus labios...
Esa mujer,
en el cielo, tiene un nombre:
Y, lejos de
morir, vive, habla, acaricia y ayuda en el difícil camino de la vida.
3. Oración:
Dios
te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
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