MEDITACIÓN DIARIA A SANTA MARÍA MES DE MAYO; DÍA 29 DE MAYO - MARÍA: MADRE DE DIOS






1.   Saludo:

Contemplamos a María como a la Madre de Dios.

Cantamos el nombre de Aquella que, por ser Madre de Aquel que es Dios, proclamamos que es Madre del mismo Dios. 

Rezamos a su nombre porque, al pie de la cruz, Jesús nos la dejó como Madre. ¡Madre de Dios, y Madre nuestra! 

Santa María, Madre de Dios. De este título emergen todos los demás. Y, por ello mismo, los cristianos le hemos elevado catedrales primorosas o sencillas ermitas. Por ser Madre de Dios, María, juega un papel importante en la historia de la salvación. 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Por los que no estamos a la altura de las circunstancias; por los que te endiosamos y no te imitamos; por los que te llevan en sus hombros y olvidan tus virtudes. 

Santa María, Madre de Dios, acógenos en este mes de mayo. Arrulla la cuna del corazón de todos tus hijos para que, en él, pueda nacer todos los días el Dios- Niño, el Dios-Hombre, el Dios-Salvador. 

Santa María, Madre de Dios, haz que no te perdamos cuando las cosas nos vayan bien y, haz que no sólo volvamos nuestros ojos a ti, cuando la mala suerte apriete. 

 

2.  Meditación: 

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor,

y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;

una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana,

y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;

una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida

con más acierto que un sabio, y si es instruida,

se acomoda a la simplicidad de los niños;

una mujer que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los

que ama, y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir

en su corazón la herida de la ingratitud;

una mujer que siendo vigorosa se estremece con el vagido de un

niño, y siendo débil, se reviste a veces con la bravura del león;

una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, por qué a

su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta,

daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos

por mirarla de nuevo un sólo instante, por recibir de ella un

sólo abrazo, por escuchar un sólo acento de sus labios...

Esa mujer, en el cielo, tiene un nombre: MARÍA

Y, lejos de morir, vive, habla, acaricia y ayuda en el difícil camino de la vida.

  

3. Oración:

 

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario