SOLEMNIDAD O FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD




Un Solo Dios En Tres Personas: El Padre, El Hijo Y El Espíritu Santo.

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la celebración del día de la Santísima Trinidad, Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender cuando Dios nos lo revela.


El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.

Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios.


Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.


Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

Lo vemos claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés

En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe.
En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.


Para explicar este gran misterio, existen ciertos símbolos que son entendibles a nuestra razón: La Santísima Trinidad es simbolizada como un triángulo.
Cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo y sin embargo cada uno es distinto.

También podemos simbolizar a la Santísima Trinidad como una vela encendida: La vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son "vela", pero son distintos entre sí. Hay quienes simbolizan a la Santísima Trinidad en forma de trébol. Cada una de las hojas es "trébol" pero son distintas entre sí.


¿Que hacemos al persignarnos? "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.


Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.


- En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.


-...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.


-...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesucristo.


Algunas personas argumentan que no es verdad porque no podemos entender el misterio de la Santísima Trinidad a través de la razón. Esto es cierto, no podemos entenderlo con la sola razón, necesitamos de la fe ya que se trata de un misterio. Es un misterio hermoso en el que Dios nos envía a su Hijo para salvarnos.

  

HISTORIA DE LA FIESTA

La fiesta para honrar la Santísima Trinidad se celebra el primer domingo después de Pentecostés. En la Iglesia primitiva no se asignó un día u Oficio especial para la Santísima Trinidad. Cuando la herejía arriana se estaba diseminando, los Padres prepararon un Oficio con  cánticosresponsorios, un prefacio e himnos para ser recitados los domingos. En el Sacramentario del Papa San Gregorio I (Magno) (P.L., LXXVIII, 116) aparecen las oraciones y el Prefacio de la Trinidad. Las micrologías (P.L., CLI, 1020), escritas durante el pontificado del Papa San Gregorio VII (Nilles, II, 460), llaman al domingo después de Pentecostés un Dominica vacans, sin Oficio especial, pero añaden que en algunos lugares se recitaba el Oficio de la Santísima Trinidad compuesto por el obispo Stephen de Lieja (903-20). Otros decían el Oficio el domingo antes de Adviento.

 

El Papa Alejandro II (1061-73), no III (Nilles, 1. c.), rehusó una petición para una fiesta especial bajo el alegato que tal fiesta no era costumbre en la Iglesia Romana, la cual honraba diariamente a la Santísima Trinidad con el Gloria, Patri, etc.; pero no prohibió la celebración donde ya existía. El Papa Juan XXII (1316-34) ordenó la fiesta para toda la Iglesia para el primer domingo después de Pentecostés. El franciscano John Peckham, canónigo de Lión, luego arzobispo de Canterbury (m. 1292), había redactado un nuevo Oficio. La fiesta se categorizó como una doble de segunda clase, pero el Papa San Pío X la elevó a la dignidad de primaria de primera clase el 24 de julio de 1911 (Acta Ap. Sedis, III, 351). Los griegos no tienen una fiesta especial. Puesto que fue después del primer gran Pentecostés que la doctrina de la Trinidad se proclamó al mundo, la fiesta convenientemente sigue a la de Pentecostés.

 

Ternura

El misterio de Dios supera infinitamente lo que la mente humana puede captar. Pero Dios ha creado nuestro corazón con un deseo infinito de buscarle de tal manera que no encontrará descanso más que en él. Nuestro corazón con su deseo insaciable de amar y ser amado nos abre un resquicio para intuir el misterio inefable de Dios.

En las páginas del delicioso relato de El Principito escrito por Antoine Saint-Exupéry se hace esta admirable afirmación: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

Es una forma bella de exponer la intuición de los teólogos medievales que ya entonces decían en sus escritos: «Ubi amor, ibi est oculus»: «donde reina el amor, allí hay ojos que saben ver». San Agustín lo había dicho también de un modo más directo: «Si ves el amor, ves la Trinidad».

Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su misterio más íntimo, es amor compartido.

Dios no es una idea oscura y abstracta; no es una energía oculta, una fuerza peligrosa; no es un ser solitario y sin rostro, apagado e indiferente; no es una sustancia fría e impenetrable. Dios es Ternura desbordante de amor.

Ese Dios trinitario es fuente y cumbre de toda ternura. La ternura inscrita en el ser humano tiene su origen y su meta en la Ternura que constituye el misterio de Dios. Por eso, la ternura no es un sentimiento más; es signo de madurez y vitalidad interior; brota en un corazón libre, capaz de ofrecer y de recibir amor, un corazón «parecido» al de Dios.

La ternura es sin duda la huella más clara de Dios en la creación; lo mejor que ha desarrollado la historia humana; lo que mide el grado de humanidad y comprensión de una persona. Esta ternura se opone a dos actitudes muy difundidas en nuestra cultura: la «dureza de corazón» entendida como barrera, como muro, como apatía e indiferencia ante el otro; el «repliegue sobre uno mismo», el egocentrismo, la soberbia, la ausencia de solicitud y cuidado del otro.

El mundo se encuentra ante una grave alternativa entre una cultura de la ternura y, por tanto, del amor y de la vida, o una cultura del egoísmo, y por tanto, de la indiferencia, la violencia y la muerte. Quienes creen en la Trinidad saben qué han de promover.

 

LA FIESTA DE DIOS

¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿qué sentimientos despertaba en su corazón?, ¿cómo le experimentaba día a día? Una cuidadosa investigación lleva a una doble conclusión: Jesús le sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.

Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él, lo llama Padre. No le sale otra palabra. Para él, Dios no es el «Santo» del que hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el Templo acogiendo sólo a los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo ve llenando la creación entera, sin excluir a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda. Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir: ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.

Jesús vive lleno de Dios, y movido por su Espíritu, sólo se dedica a una cosa : hacer un mundo más humano para todos. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón, le está escuchando a él.

Ese Espíritu le empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados. Los que para nosotros no son nadie, ésos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabía que a ese Dios no le entienden los grandes sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.

La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos. Es bueno recordarlo hoy que celebramos la fiesta de Dios.

 

 

 

INTRODUCCIÓN AL TRISAGIO

 

Que terrible presentarnos a Dios el día de nuestra muerte y darnos cuenta que nunca en la vida lo alabamos. No olvides alabarlo, adorarlo, en todo momento y en todo lugar mientras vivas. A este propósito te invitamos a unirte en la más perfecta alabanza que pueda tributarse a Dios, uniéndote a las Jerarquías Celestiales a través del Santo Trisagio!.

 

TRISAGIO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN EL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA.

No es invención del ingenio humano el santísimo Trisagio, sino obra del mismo Dios, que lo inspiró al profeta Isaías cuando oyó como lo cantaban los Serafines para enaltecer la gloria del Creador.

En la escuela de los mismos Serafines y demás coros celestiales fue donde lo aprendió milagrosamente un niño de corta edad que, a la manera de San Pablo, fue arrebatado al cielo como lo refieren las historias eclesiásticas.

En el año 447, y siendo Teodosio el Joven emperador de Oriente, se experimentó un terremoto casi universal y muy violento, y que por su duración y espantosos estragos se hizo el más notable de cuantos hasta entonces se habían visto. Fueron incalculables los daños que seis meses de sacudimientos casi continuos causaron en los más suntuosos edificios de Constantinopla y en toda la famosa muralla del Quersoneso. Se abrió la tierra en muchos puntos, y quedaron sepultadas en sus entrañas ciudades enteras; secáronse las fuentes, y manifestábanse otras nuevas; y era tal la violencia de los sacudimientos, que arrancaban árboles muy corpulentos, aparecían montañas donde había antes llanuras y profundas concavidades donde antes había montañas. El mar arrojaba a las playas peces de gran magnitud, y las playas y los barcos se quedaban sin aguas, que iban a inundar grandes islas.

Ante esta situación, se creyó prudente abandonar las poblaciones, y así lo hicieron los moradores de Constantinopla, con el emperador Teodosio, su hermana Pulqueria, San Proclo, patriarca entonces de aquella Iglesia, y todo su clero.

Reunidos en un paraje llamado el Campo, dirigían al cielo fervorosas súplicas y grandes clamores, pidiendo socorro en necesidad tan apurada, cuando un día, entre ocho y nueve de la mañana, fue tan extraordinario el sacudimiento que dio la tierra, que faltó poco para que causase los mismos estragos que el diluvio universal. A este susto sucedió la admiración del prodigio siguiente: Un niño de pocos años fue arrebatado por los aires, a la vista de todos los del Campo, que le vieron subir hasta perderle de vista. Después de largo rato, descendió a la tierra del mismo modo que había sido arrebatado al cielo; y luego, puesto en presencia del Patriarca, del emperador y de toda la multitud, pasmada, contó cómo, siendo admitido en los coros celestiales, oyó cantar a los Ángeles estas palabras: Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, tened misericordia de nosotros; y cómo se le había mandado poner esta visión en conocimiento de todos los allí reunidos. Dichas estas palabras, el niño murió.

 

San Proclo y el emperador, oído este relato, mandaron unánimemente que todos entonasen en público este sagrado cántico, e inmediatamente cesó el terremoto y quedó quieta toda la tierra. De aquí provino el uso del Trisagio, que el Concilio General de Calcedonia prescribió a todos los fieles, como un formulario para invocar a la Santísima Trinidad en tiempos funestos y de calamidades. De aquí ha venido el merecer la aprobación de tantos Prelados de la Iglesia, que han apoyado su práctica enriqueciéndola con el tesoro de las indulgencias, y de aquí, finalmente, ha venido que se haya impreso y reimpreso tantas veces, siempre con universal aplauso y aceptación de todos, teniéndolo como un escudo impenetrable contra todos los males que Dios envía a la tierra en castigo de nuestros pecados.

 

Notas:

En los tiempos actuales, el Padre Pío de Pietrelcina exhortaba a sus fieles a tener gran devoción a la Santísima Trinidad, especialmente el rezo del Trisagio, y la famosa estigmatizada española, Madre Esperanza de Jesús Alhama, fundadora de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso, también lo rezaba diariamente, y cuando surgía algún problema o se veían en alguna necesidad, inmediatamente comenzaba el rezo con todas sus monjas y mandaba también que se recitara en todas sus Casas y durante largas temporadas.

San Antonio María Claret, después de una locución que tuvo en la Granja (Segovia), el día 27 de agosto de 1851, en la Iglesia del Rosario, dijo que “la salvación de España se cifraba en tres devociones: el Trisagio, al Santísimo Sacramento y el Rosario”. La hermana Lucía de Fátima, durante su estancia en Tuy /Pontevedra), en junio de 1929, tuvo una visión de la Santísima Trinidad e igualmente era muy amante de esta devoción.

 

 

TRISAGIO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

“No olviden el rezo de Santo Trisagio, es poderosa esa oración”

Forma Breve

 

+       En el nombre del Padre, del Hijo...

En el corazón Inmaculado de María, os doy gracias Oh soberana y augusta Trinidad! por haberme creado, redimido, haberme permitido conocerte, amarte y adorarte, y en especial por permitirle a esta débil criatura tuya postrarse ante tu soberana majestad para ofreceros este trisagio de alabanza: “Mamá María, ven tu misma a adorar, honrar y glorificar en mi a la Divina y augusta Santísima Trinidad”... un Ave María.

 

V/.Bendita sea la santa e individua Trinidad, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos.

R/. Amén.

V/. Abrid, Señor, mis labios.

R/. Y mi voz pronunciará vuestras alabanzas.

V/. Dios mío, en mi favor, benigno entiende.

R/. Señor, a mi socorro, presto atiende

V/. Gloria sea al Padre

Gloria al eterno Hijo

Gloria al Espíritu Santo.

 

En tiempo de cuaresma se dice:

Alabanza sea dada a ti, Señor, rey de la eterna gloria.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Trinidad Santísima, en esencia una, pura e indivisible. Eterno, único y verdadero Dios en quien creo y a quien adoro en tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, único objeto de todo nuestro amor, adoración y culto. En la fe de la Santa Iglesia Católica yo os adoro, creo y confieso como a Padre, reconociéndoos por mi Autor, Conservador y Origen Benéfico de todo mi ser; como a Hijo, reconociéndoos por mi Redentor, tributándoos las más gratas efusiones de amor y ternura; como a Espíritu Santo fervorizando mi corazón en castos incendios y anhelando unirlo con Vos, Principio inagotable de Caridad.

Yo me alegro y me regocijo en unión al Corazón Inmaculado de mi Santa Madre la Virgen María de que seas Dios, y el único Señor, tan sabio, Justo, Santo y Poderoso que de la nada lo haces todo: lo que vive se mueve y es lo que tiene que ser.

Yo deseo, bien sumo, Divinidad inefable y unidad incomprensible incorporar mi voz y mis afectos entre los ardores supremos y cánticos misteriosos de los Querubines y Serafines para celebrar el Trisagio inmortal con que resuena vuestro Nombre Santo, temible y adorable por toda la extension del Empireo.

 

Yo te ofrezco desde el corazón de la Santísima Virgen María, la más perfecta criatura que habéis creado, todo lo que me diste, entregandote como a mi dueño legítimo y único Señor, toda mi vida mi salud, mis fuerzas y sentidos, mi cuerpo de tierra, mi inestable corazón y mi alma que creaste a tu imagen y semejanza; imagen que con mis culpas he borrado, cambiandola por los horribles monstruos de mis viles apetitos, que ha deformado el mundo mentiroso, con mi carne tan viciada, volviéndome asi esclavo del demonio imagen suya por el pecado.

Pero sabiendo Señor, y confesando que Tu eres el único y verdadero Dios a quien se debe todo respeto, toda sumisión, obediencia, honra, gloria y todo amor , me vuelvo y me entrego a Ti, y con la mayor confianza me ofrezco a tu soberana justicia, por la que te pido perdón y misericordia, porque en el Corazón de María detesto, aborrezco y rechazo todo aquello con que te he ofendido hasta ahora, desde que perdi la gracia que te dignaste darme en el sacramento del Bautismo por el que Te doy, y siempre quiero darte, las debidas gracias, apreciando sobre todo el inmerecido honor de ser cristiano, y como tal y desde el Corazón de la Virgen María dejando a satanás renuncio a sus pompas y sus obras.

 Yo me anonado a los pies de vuestra Soberana Grandeza que llena de Majestad y de Gloria los inmensos espacios de los Cielos y la esfera de la tierra. Yo me reconozco en mi profunda nada, y humillado vergonzosamente por la improbidad de mis delitos, todo confundido y acongojado, me duelo*, me arrepiento*, y me pesa* por haber ofendido a Vuestra soberana Majestad(*Golpe de pecho).

Oh Eterno Padre! apiadaos de esta criatura vuestra, formada a vuestra imagen y semejanza, Oh Verbo Encarnado! rociad con vuestra Sangre esta infeliz alma envilecida toda con el pecado. Oh Paraclito Amoroso! infundid en mi pecho los más activos sentimientos de contrición para que pueda dignamente alabar vuestra Unidad Gloriosa e Inefable Trinidad, y asi pueda merecer lo que humildemente os pido, que es, la firmeza en la fe, la integridad en mi oración y devoción, la certeza de mi Esperanza, el ardor en la caridad; la remisión de mis culpas y pecados;el logro de estas indulgencias; la paz y la tranquilidad de la Iglesia y del Estado, la protección de vuestra clemencia, que me ponga a cubierto de los males y calamidades que nos afligen; la profundización del cisma, del error y la herejía; y nos concedas el triunfo contra los enemigos de nuestra Iglesia y Fe Católica; la reunión de ellos y de los pecadores al verdadero culto y penitencia; el descanso de las almas del purgatorio, vuestra gracia y bendición.

Me esforzare para que todos valoren esta alabanza, y en  ella te conozcan, Te amen y Te sirvan y para que sea destruido y aniquilado cuanto disgusta y ofende a Tu infinita santidad. También prometo amarte, bendecirte, alabarte y adorarte mientras viva, esperando poder hacer esto en compañía de tus bienaventurados en el Cielo por toda la eternidad. Amen

 

H I M N O

Ya el sol ardiente se aparta, luz perenne en la Unidad difúndela en nuestros corazones

¡Oh Trinidad inmortal!

En la aurora os alabamos a la tarde y entre día, y pedimos que en los Cielos nuestras voces se repitan.

Al Padre y también al Hijo, y a ti Espíritu Divino, alabanzas os sean dadas por los siglos de los siglos. Amen.

 

Oración a Dios Padre

¡Oh Padre eterno!, Tu has creado todas las cosas. Tu les has dado su ser y las has puesto en equilibrio y armonía;todas están llenas de tu misterio que toca el corazón si se es piadoso.

También a nosotros, nos has llamado a la existencia y nos has puesto entre Ti y las cosas. Según tu modelo nos has creado y nos has dado parte en tu soberania. Tu has puesto en nuestras manos tu mundo, para que nos sirva y para que completemos en el tu obra. Pero hemos de estar sometidos y nuestro dominio se convierte en rebelión y robo si no nos inclinamos*(hacer inclinacion). ante Ti, el único que lleva la corona eterna y eres Señor por derecho propio. Maravillosa ¡Oh Padre! es tu generosidad. Tu no has temido por tu soberanía al crear seres con poder sobre ellos mismos y al confiar tu Voluntad a su libertad ¡Grande y verdadero Rey eres Tu!.

Tu has puesto en mis manos el honor de tu divina Voluntad; dame la gracia para unir mi voluntad humana a la de mi Madre Santísima, la Virgen María, para que fundiendo mi voluntad a la suya, pueda nacer de veras a tu santa y divina Voluntad, haciendo siempre lo que te agrada. Cada Palabra de tu revelación dice que me respetas y confías a mí, me das dignidad y responsabilidad, por eso, concédeme la santa mayoria de edad, que es capaz de vivir en tu Voluntad y asi aceptar la ley que Tú guardas y de asumir la responsabilidad que Tu me transfieres. Ten despierto mi corazón para que esté ante Ti todo momento, y haz que mis acciones se conviertan en ese dominio y esa obediencia a la que Tu me has llamado.

¡Oh Padre Eterno!, fuera de tu posesión, yo no veo otra cosa que tristeza y tormento por más que digan otra cosa los amadores de la vanidad ¿Que me importa que diga el sensual que su dicha es el gozar de sus placeres? ¿Que me importa que también diga el ambicioso que su mayor contento es el gozar de su gloria vana? Yo, por mi parte, no cesaré jamás de repetir, con la Santísima Virgen María, con tus Profetas y Apóstoles, que mi suma felicidad mi tesoro y mi gloria es el unirme a mi Dios y mantenerme inviolablemente junto a Él.

¡Oh Santo y Santísimo Padre Eterno, fuente de toda santidad, infinitamente Santo en Vos mismo y limpio de toda la impureza de las criaturas;Santo también en todas vuestras obras, de las cuales ni una hay que no sea perfecta. Haced ¡Oh Principio y Fin mío!, te lo suplico con la Santísima Virgen María, tu hija predilecta, que mi corazón comprenda bien la ceguedad: que bajo un Dios tan Santo y tan justo se pueda encontrar feliz el que vive pecador.

Santo, Santo, Santo es El Señor, Dios Rey de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria, Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra.(Tres veces o bien nueve veces uniéndonos a los nueve coros Angélicos: Serafines, Querubines, Tronos, Principados, Potestades, Dominaciones, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

Oración a Dios Hijo

¡Oh Santo y Santísimo Hijo de Dios e Hijo de la Santísima Virgen María!, que naceis del entendimiento de vuestro Padre entre los resplandores de los Santos; Santo y Perfecto modelo de toda Santidad a la cual degen conformarse todos los Santos.

¡Oh Verdad Eterna!, fuera de la cual yo no veo otra cosa que engaños y mentiras: ¡Oh Verbo Divino de mi vida, de mi existencia, de todo mi ser que me absorbes, que me sumerges dentro de Ti, yo no tengo más amor que Tu mismo, mi Sumo Bien, mi vida, mi cielo. Mi querer y todos los otros amores, grandes en los límites de la criatura, puros y legítimos en su procedencia, santos y divinizados con tu contacto, a Ti también te pertenecen.

Tu eres Señor mi descanso, mi felicidad, mi acción de gracias, mi correspondencia y mi unico amor. Yo no tengo virtudes, pero Tu las tienes todas y eres mío, divino y humano. Contigo tengo para pagar mis deudas, para desagraviar a la Divinidad ofendida con mis pecados, para purificarme e irme al Cielo.

¡Haced, oh mi Dios de Sion! que amando Vuestra Santidad con todas las fuerzas del Corazón Inmaculado de tu Santísima Madre, la Virgen María, mi espíritu, suspire sólo por la luz de aquel día en el cual necesitando amaros, os ame cuanto debo. Amen.

Santo, Santo, Santo es El Señor, Dios Rey de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria, Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra.(Tres veces o bien nueve veces uniéndonos a los nueve coros Angélicos: Serafines, Querubines, Tronos, Principados, Potestades, Dominaciones, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

Oración a Dios Espíritu Santo.

¡Oh Santo y Santísimo Espíritu de amor! ¡Oh Amor de la perfecta Virgen María, vuestra castisima esposa!¡Oh Don del Altísimo, centro de las dulzuras y de la felicidad del mismo Dios. Que atractivo es para un alma el verse en la profundidad inescrutable de Tu Bondad y toda llena de Tus inefables consolaciones.

¡Ah placeres engañosos!¡Cómo han de poder compararse con la mínima de las dulzuras que un Dios, cuando le parece, sabe derramar en un alma fiel!¡Oh! si una sola partícula, si una sola gota de Tu bondad y de Tus inefables consolaciones es tan gustosa, cuanto más será, cuando tú mismo las derrameis como un torrente sin medida y sin reserva, hablándome claramente en el seno de Vuestra Gloria ¡Oh qué trato! ¡Que belleza! ¡Que luz! Haced, ¡Oh mi Dios Espíritu Santificador! que amando e invocando vuestra santidad con todas las fuerzas del Corazón Inmaculado de María, mi espíritu suspire sólo por obtener la Gracia de llenarme de tus dones, frutos, carismas y virtudes ¿Cuando será esto, ¡Oh mi Dios Santificador!, cuando será?

 

Santo, Santo, Santo es El Señor, Dios Rey de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria, Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra.(Tres veces o bien nueve veces uniéndonos a los nueve coros Angélicos: Serafines, Querubines, Tronos, Principados, Potestades, Dominaciones, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

ANTÍFONA

 

A Ti, Dios Padre ingénito; a Ti, Hijo unigénito; a Ti, Espíritu Santo paráclito, santa e indivisa Trinidad, en el  corazón de la Virgen Maria te confesamos, alabamos y bendecimos. A Ti se dé gloria por los siglos de los siglos, Amén.

V/. Bendigamos al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.(inclinamos la cabeza)

R/. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.

ORACIÓN

Señor Dios, Uno y Trino: dadnos continuamente vuestra gracia, vuestra caridad y la comunicación de Vos, para que en tiempo y eternidad os amemos y glorifiquemos. Dios Padre, Dios Hijo y Dios espíritu Santo,(inclinar la cabeza) en una deidad por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

DEPRECACIÓN DEVOTA

A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

V/. Padre Eterno, omnipotente Dios:

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Verbo divino, inmenso Dios.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Espíritu Santo, infinito Dios, Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Rey de los cielos, inmortal e invisible.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Creador, conservador y gobernador de todo lo creado.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Vida nuestra, en quien, de quien y por quien vivimos.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Vida divina y una en tres personas.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Cielo divino de celsitud majestuosa.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Cielo supremo del Cielo, oculto a los hombres.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Sol divino e increado.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Círculo perfectísimo de capacidad infinita.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Manjar divino de los Ángeles.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Hermoso iris, arco de clemencia.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. Luz primera y triduana, que al mundo ilustras.

R/. Toda criatura te ame y glorifique.

V/. De todo mal de alma y cuerpo.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De todos los pecados y ocasión de culpa.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De vuestra ira y enojo.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De repentina y de improvisa muerte.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De las asechanzas y cercanías del demonio.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Del espíritu de deshonestidad y de sugestión.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De la concupiscencia de la carne.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De toda ira, odio y mala voluntad.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De plagas de peste, hambre, guerra y terremoto.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De tempestades en el mar o en la tierra,

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De los enemigos de la fe católica.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De nuestros enemigos y sus maquinaciones.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. De la muerte eterna,

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por vuestra unidad en Trinidad y Trinidad en unidad.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por la igualdad esencial de vuestras Personas.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por la alteza del misterio de vuestra Trinidad.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por el inefable nombre de vuestra Trinidad.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por lo portentoso de vuestro nombre, Uno y Trino.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por lo mucho que os agradan las almas que son devotas de vuestra Santísima Trinidad.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por el gran amor con que libráis de males a los pueblos donde hay algún devoto de vuestra Trinidad amable.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Por la virtud divina que en los devotos de vuestra Trinidad Santísima reconocen los demonios contra sí.

R/. Líbranos, Trino Señor.

V/. Nosotros pecadores.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que acertemos a resistir al demonio con las armas de la devoción a vuestra Trinidad.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que hermoseéis cada día más con los coloridos de vuestra gracia vuestra imagen, que está en nuestras almas.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que todos los fieles se esmeren en ser muy devotos de vuestra Santísima Trinidad.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que todos consigamos las muchas felicidades que están vinculadas para los devotos de esa vuestra Trinidad inefable.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que al confesar nosotros el misterio de vuestra Trinidad se destruyan los errores de los infieles.

R/. Te rogamos, óyenos.

V/. Que todas las almas del purgatorio gocen mucho refrigerio en virtud del misterio de este Trisagio y por el misterio de vuestra Trinidad.

R/. Te rogamos, óyenos.

 

Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, líbranos, Señor, de todo mal.

(Esto último se repite tres veces.)

 

 

OBSEQUIOS Y OFRECIMIENTOS

 

A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

I. ¡OH beatísima Trinidad!, apoyado en mi Santísima Madre os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos.

2. Para salvar mi alma y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que los demás la guarden.

3. Aquí, en la tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y también procuraré que los demás os alaben. Amén.

 

La respuesta a los siguientes gozos te invitamos a hacerlos como lo hacen los ángeles en el cielo, es decir: con las palmas y el rostro postrado(Gen 17, 3) contra el suelo, si te fuera posible, (de modo que mi cuerpo se de cuenta que soy polvo).

 

Gozos para el Trisagio de la Augustísima Trinidad

Dios uno y Trino a quien tanto

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois uno en esencia

y trinidad en personas,

a cuyos pies sus coronas,

rinde toda inteligencia

y porque vuestra presencia

inspira el gozo y encanto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois Padre fecundo

que gozándoos abeterno

engendráis al Hijo tierno

como fue el que vino al mundo

con respeto el más profundo

Trinando el Cielo en su canto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois Verbo divino,

semejante e igual al Padre,

y por que elegiste Madre

para encarnarte peregrino

y elevar nuestro destino

al paraíso del encanto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois llama inmortal,

Espíritu puro increado,

solamente dimanado

de amor paterno y filial,

consolador del mortal

que yace anegado en llanto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque vuestra Omnipotencia

de todo el mundo admirada,

saca seres de la nada

y conserva su existencia,

reproduciendo la esencia

de los seres con encanto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Es vuestra esencia infinita,

todo un piélago soberano

todo un misterio y arcano,

que todo lo deposita,

y porque nada limita

vuestra luz, Oh Numen Santo.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois suma bondad,

amor personalizado

en dones inagotado

que perdonais la maldad ;

y porque en la eternidad

en vuestro amor gozais tanto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Porque sois por excelencia

Santo Dios fuerte, inmortal,

líbranos de todo mal

por esta beneficencia

de tu divina clemencia

a la que clama nuestro quebranto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

A Ti, clamamos, inmensa Deidad,

indivisa en tres personas

pues nos perdones nuestra miseria y maldad,

por tan gran benignidad,

de este misterioso canto.

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Interminable bondad,

suma esencia soberana,

de donde el bien nos dimana,

Santísima Trinidad:

pues tu divina piedad

pone fin a nuestro llanto:

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

El Trisagio que Isaías

escribió con gran celo,

le oyó cantar en el cielo

a angélicas jerarquías:

para que en sus melodías

repita nuestra voz su canto

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Este Trisagio sagrado,

voz del Coro celestial,

contra el poder infernal

la Iglesia le ha celebrado:

con este elogio ensalzado:

que en fe y amor adelanto,

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

De la súbita muerte,

del rayo de la centella,

libra por este Trisagio,

y sella a quien le reza y advierte,

que por esta feliz suerte

en este mar de quebranto,

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Es el Iris que en el mar,

en la tierra y en el fuego,

en el aire ostenta luego

que nos quiere libertar:

Por favor tan singular

de este prodigio y encanto,

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Es escudo soberano,

de la divina Justicia,

y de la infernal milicia

triunfa devoto el cristiano:

y como el demonio ufano huye

de terror y espanto,

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

En vuestra bondad me fundo,

Señor, Dios fuerte e inmortal,

que en el coro celestial

cantaré este himno sagrado;

pues en los riesgos del mundo

me cubrís con vuestro manto,

Arcangéles, querubines:

Angeles y Serafines

dicen Santo, Santo Santo.

 

Dios uno y Trino a quien tantos

Arcángeles, Querubines,

Ángeles y Serafines dicen: Santo, Santo, Santo.

Antífona

Bendita sea la santa e indivisa Trinidad que todas las cosas crea y gobierna, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo. (inclinamos la cabeza)

Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.

 

Oración

Omnipotente y sempiterno Dios, que te dignaste revelar a tus siervos en la confesión de la verdadera fe la gloria de tu eterna Trinidad, y que adorasen la unidad, en vuestra Augusta Majestad: te rogamos, Señor, en el corazón Inmaculado de María que por la fuerza de esa misma fe, nos veamos siempre libres de todas las adversidades y peligros. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

Bendita y alabada sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, el santísimo Sacramento del altar y la purísima Concepción de María santísima, Señora nuestra, concebida sin mancha de pecado original desde el primer instante de su ser natural. Amén.

 

Oración para implorar la misericordia de Dios:

Señor Dios, Rey omnipotente, en vuestras manos están puestas todas las cosas; si queréis salvar a vuestro pueblo, nadie puede resistir a vuestra voluntad. Vos hicisteis el cielo y la tierra y todo en cuanto en ellos se contiene; Vos sois el dueño de todas las cosas.

¿Quién podrá pues, resistir a vuestra Majestad?… por tanto, Señor, Dios de Abraham, tened piedad de vuestro pueblo, porque nuestros enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia. Así, Señor, no despreciéis esta parte que redimisteis  con el precio de vuestra sangre. Oíd, Señor, nuestras oraciones; sed  favorable a nuestra suerte;  levantad el azote de vuestro justo enojo, y haced que nuestro llanto se convierta en alegría para  que, viviendo, alabemos vuestro Santo Nombre y continuemos alabándote eternamente. Amén.

 

 

 

 

 

 



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