La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.
Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Jesús había establecido los fundamentos de la Iglesia en el curso de su vida apostólica, y le había comunicado sus poderes después de resucitar. Pero el Espíritu Santo debía completar la formación de los apóstoles y revestirlos de la Fuerza de lo Alto. Al reino visible de Cristo sucedía el reino invisible del Espíritu Santo, que venía a terminar y pulir la obra ya admirable de Jesús, "a renovar, la faz de la tierra".
Pentecostés celebra la primera manifestación del Espíritu Santo a los discípulos de Jesucristo.
Jesús había anunciado a sus discípulos la llegada del Espíritu Paráclito. Se apodera del Cenáculo el Espíritu Santo, y un viento huracanado que de repente sopla en torno y la aparición de lenguas de fuego en el interior, el gozo y la pérdida de temor, son las señales maravillosas de Su presencia.
EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo.
Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.
El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.
El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).
Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.
18 VERSÍCULOS DE LA BIBLIA QUE HABLAN DEL ESPÍRITU SANTO
1) Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1
2) Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; {es decir,} el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, {pero} vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros. Juan 14:16-17
3) Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Juan 16:7
4) El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: ``De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva." Pero El decía esto del Espíritu, que los que habían creído en El habían de recibir; porque el Espíritu no había {sido dado} todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado. Juan 7:38-39
5) Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Hechos 2:33
6) Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; {es decir,} el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, {pero} vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Juan 14:16-18
7) Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos fueron también conmigo y entramos en la casa de {aquel} hombre, Hechos 11:12
8) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, Romanos 8:16
9) que os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; Efesios 3:16
10) Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor. Hechos 4:31
11) Entretanto la iglesia gozaba de paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y era edificada; y andando en el temor del Señor y en la fortaleza del Espíritu Santo, seguía creciendo. Hechos 9:31
12) Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede {por nosotros} con gemidos indecibles; Romanos 8:26
13) Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho. Juan 14:26
14) El me glorificará, porque tomará de lo mío y os {lo} hará saber. Juan 16:14
15) Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan. 1 Juan 5:6-8
16) Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. Juan 16:13
17) sino como está escrito: COSAS QUE OJO NO VIO, NI OÍDO OYÓ, NI HAN ENTRADO AL CORAZÓN DEL HOMBRE, {son} LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN. Pero Dios nos {las} reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. 1 Corintios 2:9-10
18) Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El. 1 Juan 2:27
LA PALABRA DE DIOS
"En verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6).
"Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 25-26).
" Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2, 1-4).
" A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad" (1Cor 12, 7-11).
¡VEN,
ESPÍRITU DIVINO!
(Secuencia de Pentecostés)
El himno más
antiguo al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu
gozo eterno. Amén.
ORACIÓN POR LOS 7 DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas, el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación, el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.
CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón. Me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
ORACIÓN PARA PEDIR LOS FRUTOS EL ESPÍRITU SANTO
Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los amemos.
Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.
Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el porqué de ellas y sin quejarnos.
Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.
Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.
Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras. Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.
Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.
Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir nunca de tentación a los demás.
Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.
Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso. Así sea.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.
CONSAGRACIÓN
DE LA FAMILIA AL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a
consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del
Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas
para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros,
transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el
Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a
nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida
íntegramente cristiana.
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras
alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de
la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de
dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el
trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté
impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y
filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida
santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por
el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros
cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas
de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que
después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia
alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los
siglos de los siglos.
Así sea.
INVOCACIONES A MARÍA SANTÍSIMA PARA RECIBIR EL
ESPÍRITU SANTO
¡Oh Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada
concepción fuiste hecha por el Espíritu Santo Tabernáculo escogido de la
Divinidad, ¡ruega por nosotros!
¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.
¡Oh Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación fuiste hecha
por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!.
¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.
¡Oh Purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles, en el
Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!
¡Y haz que el Divino Paráclito, venga pronto a renovar la faz de la tierra!.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor.
Envía Tu Espíritu y será una nueva creación. Y renovarás la faz de la tierra.
ENTREGA
AL ESPÍRITU SANTO IMPLORANDO SUS DONES Y FRUTOS
Espíritu Santo, Dios eterno, cuya gloria llena los
cielos y la tierra, heme aquí postrado humildemente en tu presencia. Te ofrezco
y te hago entrega de mi cuerpo y de mi alma. Adoro el resplandor de tu pureza,
de tu justicia inmutable y del poder de tu amor.
No permitas que te ofenda o resista a las
inspiraciones de tu gracia; antes bien dirige mi entendimiento, a fin de que
escuche dócilmente la voz de tus inspiraciones y las siga, hallando en tu
misericordia un amparo contra mi debilidad.
Espíritu de Sabiduría, domina todos mis
pensamientos, palabras y obras.
Espíritu de Entendimiento, ilumíname e
instrúyeme.
Espíritu de Consejo, guíame en mi
inexperiencia.
Espíritu de Ciencia, ahuyenta mi ignorancia.
Espíritu de Fortaleza, hazme perseverante en
el servicio de Dios; dame fuerzas para proceder en todo con bondad y
benevolencia, con mansedumbre y sinceridad, con paciencia y caridad, con
alegría y longanimidad.
Espíritu de Piedad, hazme afectuoso y filial
en mis relaciones con Dios.
Espíritu del Santo Temor de Dios, líbrame de
todo mal.
Espíritu de Paz, dame tu paz.
Espíritu de Santidad, adorna con las celestiales
virtudes de pureza y modestia el templo que has elegido por tu morada y
preserva siempre mi alma, con tu gracia omnipotente, de la ruina del pecado.
Así sea.
CONSAGRACIÓN Y PETICIÓN AL ESPÍRITU SANTO
-
Espíritu Santo, Divino Consolador y Huésped de mi alma, te adoro, te alabo y te
bendigo.
- Me consagro hoy de nuevo a Ti, para que me invadas con tu gracia, ordenes mis
facultades y sentidos, me ilumines, fortalezcas, serenes y bendigas.
INUNDA MI INTELIGENCIA CON TU LUZ PARA CONOCER:
Tu Divina Voluntad Lo que puedo y debo hacer
Lo que debo y puedo modificar Lo que no depende de mí cambiar
Cómo debo conducirme en los acontecimientos de la vida
ROBUSTECE MI VOLUNTAD CON EL DON DE LA FORTALEZA:
Para cumplir constantemente con mi deber Observar fielmente mis promesas
Conformarme con tu voluntad Afrontar los
problemas y dificultades
Luchar eficazmente contra el mal Soportar
las molestias y enfermedades
Para ser bondadoso, tolerante y paciente
GRACIAS TE DOY:
Por haberme hecho cristiano Por posibilitarme conocerte y amarte
Por haberme infundido devoción hacia Ti Por haberme colmado de gracias y
favores
TE RUEGO ME AYUDES:
A perseverar en tu amor Vivir y
obrar en comunión contigo
Hacer fructificar en mí tus dones Permanecer fiel a tus inspiraciones
Secundar generosamente tus deseos Evitar lo que te contrita y ofende
Extender tu reinado en mis prójimos Contemplarte eternamente en el cielo.
ORACIÓN BÍBLICA AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo,
haznos verdaderamente espirituales en Ti, Col 1,9
Sométenos a tu influencia
y habita en nuestras
almas, 1 Cor 2,12
anima nuestros
cuerpos,
1
Cor 15,44
vivifica todas nuestras
obras, 1 Cor 2,13
pronuncia Tú nuestra plegaria, Ef 5,19
para que seamos hijos del
Padre Ef 4,6
y hermanos de Cristo, nuestro
Salvador. Rom 8,29
Amén.
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