MEDITACIÓN DIARIA A SANTA MARÍA MES DE MAYO; DÍA 19 DE MAYO - LA MIRADA DE MARÍA






1. Saludo:

La mirada de la Virgen, aun siendo nítida y clara, siempre será para nosotros un enigma: nunca llegamos a alcanzar totalmente la profundidad desde la que arranca; la belleza que sus ojos destellan; el brillo que nace de su alma.

Pero, entre todas miradas que nos ofrece María, hay algunas que merecen nuestra contemplación y nuestra reflexión:

*La mirada al Niño. Refleja el fruto de su obediencia y de su generosidad. ¡Lo qué te espera, hijo mío! Ya entonces, desde el pesebre, María supo mirar a Jesús sabiendo que -aun siendo suyo- Dios tenía mucho que decir. Lo miró, no solamente con ojos de humanidad, sino con ojos de Madre de Dios.

*La mirada sobre José. Poco nos hablan los evangelios sobre este personaje que cristalizó en sentimientos de amor y de ternura en la vida de María. La Virgen, en momentos de soledad y de prueba, de pobreza y de intimidad, miraría a José con ojos de amiga y de confidente, de compañera y esposa. ¡Cuánto más te miro, José, más te quiero! ¡Qué especiales tuvieron que ser las miradas de María a José!

*La mirada a nosotros. En el atardecer del Viernes Santo, María, sólo tuvo ojos para Cristo y para Juan. Y, al clavar su mirada en el discípulo amado, los dejó para siempre fijos y clavados en su iglesia; en los millones de hijos e hijas que hemos ido naciendo a lo largo de la historia de nuestro cristianismo.

-Venimos, en este tiempo de la Pascua, porque necesitamos ser mirados por los ojos de la Madre.

-Venimos, en este mes de mayo, porque no podemos vivir sin un rayo de su Presencia

-Venimos, en el mes de las flores, porque sus ojos son referencia para los nuestros. Para los que desean mirar con la misma pureza, alegría y bondad que destellan los ojos de María.


2.  Meditación:

Yo también quisiera poseer, Santa María, ojos tan lúcidos como los tuyos.
Para comprender el Misterio que te hace grande
Para entender la Palabra que te hizo feliz
Para no perder los caminos que conducen a la alegría 
Viva y permanente que brota en el cielo.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María, para descubrir definitivamente
a Jesús y no perderlo ante tanto escaparate que la vida me ofrece.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María, y por encima de valles y de
montes saber que me espera un horizonte en Dios con los brazos abiertos.
¿Cómo conseguir tu mirada?  ¿Cómo alcanzar tu vista?
¿Cómo mantener la nitidez de tus ojos? ¡Ayúdame, Santa María!
Dame esos ojos grandes que ven a Dios
Dame esos ojos limpios que contemplan a Cristo
Dame esos ojos penetrados por los rayos del Espíritu
Y, si acaso no puedo, sólo te pido que no dejes de mirarme.


3. Oración:

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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