1. Saludo:
El corazón es el lugar donde, entre otros, guardamos los secretos más íntimos. Es en el corazón donde sufrimos y gozamos, donde disfrutamos y lloramos, desde donde odiamos o nos volcamos amando.
El corazón de María, palpitando en medio de la Pascua, sigue rebosando alegría por la presencia de Jesús Resucitado. Pero, también es verdad que con el anuncio del anciano Simeón, la Virgen preparó su corazón a los contratiempos (en crueles espadas) que la vida y muerte de Jesús de Nazaret, le proporcionó.
Una de las flores que más le gusta a nuestra Madre es, precisamente, el ofrecimiento de nuestro corazón para Dios.
Nunca como hoy tenemos tantas casas y, nunca como hoy, personas que viven sin techo.
Nunca como hoy vivimos tan juntos y, nunca como hoy, marcados por la soledad.
Nunca, como hoy, tan lleno de cosas y con la sensación de que nos falta algo.
Nunca como hoy vivimos tan juntos y, nunca como hoy, marcados por la soledad.
Nunca, como hoy, tan lleno de cosas y con la sensación de que nos falta algo.
Pidamos a María que, en este mes de mayo, y animados por el espíritu pascual, pongamos el corazón en lo que hacemos y en lo que decimos. Pero, sobre todo, que en este mes de mayo inundemos nuestras entrañas con lo que fue grande y decisivo en María: JESUS.
Todo ello lo representamos gráficamente con este corazón.
2. Meditación:
TU CORAZÓN, MARÍA
Rebosa agradecimiento.
Tu corazón, María, desborda de felicidad.
Tu corazón, María, se siente engrandecido por la presencia de Dios
Tu corazón, María, ama incluso a aquellos que no te aman
¡Danos, María!
Un corazón sencillo para acoger a Dios
Un corazón noble para sincerarnos con El
Un corazón alegre para sembrar la ilusión
Un corazón desprendido para no mirarnos a nosotros mismos
Un corazón conciliador, para no cerrarnos a los que nos rodean
Y, si por lo que sea, ves que nuestros corazones están cerrados
con potentes candados: ven a nuestro encuentro, María, y rompe
los eslabones que nos impiden ser libres.
Rebosa agradecimiento.
Tu corazón, María, desborda de felicidad.
Tu corazón, María, se siente engrandecido por la presencia de Dios
Tu corazón, María, ama incluso a aquellos que no te aman
¡Danos, María!
Un corazón sencillo para acoger a Dios
Un corazón noble para sincerarnos con El
Un corazón alegre para sembrar la ilusión
Un corazón desprendido para no mirarnos a nosotros mismos
Un corazón conciliador, para no cerrarnos a los que nos rodean
Y, si por lo que sea, ves que nuestros corazones están cerrados
con potentes candados: ven a nuestro encuentro, María, y rompe
los eslabones que nos impiden ser libres.
3. Oración:
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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