CORONILLA A LOS NUEVE COROS ANGELICOS O CORONILLA DE SAN MIGUEL ARCANGEL

 


 

Es un conjunto de oraciones del catolicismo con las que se pide intersección a cada uno de los coros angélicos o jerarquías celestiales; con aprobación Eclesiástica. El 8 de agosto de 1851 Pío IX concedió 5 años de indulgencias a la práctica de este piadoso ejercicio.

 

Historia

Un día, San Miguel Arcángel se apareció a la devota Sierva de Dios, Antonia Dr Astonac en Portugal aproximadamente en el año 1750, y le dijo que él deseaba ser honrado mediante la recitación de Nueve Salutaciones, rezando un Padre Nuestro y tres Ave Marías, en honor de cada Coro Angélico. 

 

Indulgencias de la devoción:

Esta devoción se propago a lo largo de otros países, el Papa Pio IX le concedió indulgencias:

-      Indulgencia parcial a los que recen esta coronilla con el corazón contrito.

-      Indulgencia parcial, cada día que lleven consigo la Corona o besen la medalla de San Miguel que cuelga de ella.

-      Indulgencia plenaria una vez al mes, a aquellos que la recen diariamente, el día que escogieren, verdaderamente contritos, confesados y comulgados, rogando por las intenciones del Papa.

-      Indulgencia plenaria, con las mismas condiciones, en las fiestas de la Aparición de San Miguel Arcángel (08 de mayo): de su dedicación (29 de septiembre); y de los Santos Ángeles Custodios (02 de octubre).

 

Promesas

A los que practican esta devoción en su honor, el Arcángel promete grandes bendiciones. Promete enviar un Ángel de cada Coro Angélico, para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitaran estas nueve Salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aún más, serán acompañados de todos los Ángeles y, con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

 

 

 

Ofreceremos esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las asechanzas del demonio y por los que están más alejados de Dios.

 

† Por la Señal de la Santa Cruz...

En el Nombre del Padre…

 

V: Dios mío, ven en mi auxilio.

R: Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo... (Inclinando la cabeza)

 

Primera  Salutación 

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los SERAFINES, que Dios Nuestro Padre Celestial prepare nuestras almas y encienda en nuestros corazones, la llama de la PERFECTA CARIDAD. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Segunda Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los QUERUBINES, que Dios Nuestro Padre Celestial nos conceda la gracia de abandonar la senda del pecado, y seguir el camino de la PERFECCIÓN CRISTIANA. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

 

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Tercera Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los TRONOS, que Dios Nuestro Padre Celestial infunda en nuestro corazón, el espíritu de sincera y verdadera HUMILDAD. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Cuarta Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de las DOMINACIONES, que Dios Nuestro Padre Celestial nos conceda la gracia de CONTROLAR NUESTROS SENTIDOS y, así, dominar nuestras pasiones. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Quinta Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de las POTESTADES, que Dios Nuestro Padre Celestial PROTEJA NUESTRAS ALMAS contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Sexta Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de las VIRTUDES, que Dios Nuestro Padre Celestial NO NOS DEJE CAER EN LA TENTACIÓN y nos libre del maligno. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro, tres Ave Marías.

 

Séptima Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los PRINCIPADOS, que Dios Nuestro Padre Celestial llene nuestra alma del espíritu de verdadera y sincera OBEDIENCIA. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro, tres Ave Marías.

 

Octava Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los ARCÁNGELES, que Dios Nuestro Padre Celestial nos conceda el don de la PERSEVERANCIA en la FE y en las buenas obras; de modo que podamos llegar a la Gloria del cielo. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías.

 

Novena Salutación

Por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de los ÁNGELES, que Dios Nuestro Padre Celestial nos conceda la Gracia, que nos custodien durante esta vida mortal y luego NOS LLEVEN AL PARAÍSO. Amén.

V: San Miguel Arcángel defiéndanos en la batalla.

R: Para que no perezcamos en el tremendo juicio de Dios.

Un Padre Nuestro, tres Ave Marías. 

 

Siguiendo la flecha en la gráfica que apunta los números 10-13, se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes Ángeles, como se indica:

10, Un Padre Nuestro en honor a San Miguel

11, Un Padre Nuestro en honor a San Gabriel.

12, Un Padre Nuestro en honor a San Rafael.

13, Un Padre Nuestro en honor al nuestro Ángel de la Guarda o Ángel Custodio.

 

Antífona:

¡Oh, glorioso Príncipe San Miguel Arcángel, Jefe principal de la Milicia Celestial, Guardián fidelísimo de las almas, Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel Servidor en el Palacio del Rey Divino! Eres nuestro admirable Vigilante y Protector. Tú, que brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal. Con plena confianza recurrimos a ti; asístenos con tu amable protección, para que seamos más y más fieles al servicio de Dios, todos los días de nuestra vida. Amén.

 

V: Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R: Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas. 

 

Oremos:

¡Omnipotente y Eterno Dios! Os adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa  bondad y con el misericordioso deseo de salvar a las almas del género humano, habéis escogido al glorioso Arcángel San Miguel, como Príncipe de Tu Iglesia.

 

Humildemente os suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos. En la hora de la muerte no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. ¡Oh, Dios y Señor nuestro! Guiadnos por medio de este mismo Arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de Tu Excelsa y Divina Majestad. Te lo pedimos por los Méritos de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Oración cotidiana a la Reina de los Ángeles y Terror del Infierno

Gloriosa Reina del cielo, sublime Señora de los Ángeles, desde el principio Dios os dio la virtud y la misión de aplastar la cabeza de Satanás. Muy humildemente os suplicamos que nos envíes vuestras legiones celestiales para que bajo vuestro mando y por vuestra virtud, repriman a los espíritus malignos, los combatan en todas partes, confundan su osadía y los arrojen al infierno.

Gloriosisima Madre de Dios, enviad vuestros ejércitos de ángeles buenos e invencibles para que nos ayuden a la lucha contra los emisarios del infierno que andan mezclados entre los hombres; frustrad los planes de los ateos y confundid a los impíos; concededles la gracia de la luz y la conversión, para que con nosotros alaben a la Santísima Trinidad y te honren a Vos, nuestra Madre clemente, piadosa y dulce.

Patrona poderosa, que vuestros santos Ángeles protejan vuestras Iglesias y Santuarios católicos en todo el mundo. Que protejan las casas donde se honrre a Dios, los lugares sagrados, las personas y cosas, y especialmente la Santísima Eucaristía. Preservadlas de la profanación, del robo, de la destrucción y desacralización. Preservadlas, Señora nuestra! por ese gran poder que Dios te dio para vencer a los poderes infernales.

OH Madre celestial, sed asimismo el amparo de nuestras cosas, de nuestras moradas y familias contra la maldad y astucia de nuestros enemigos visibles e invisibles. Que vuestros santos Ángeles habiten en ellas y reine la fe, la devoción, la paz y el gozo en el Espíritu Santo!

¿Quién como Dios? Nadie como Dios ¿Quién como Vos, Reina de los santos Ángeles y Terror del infierno? OH clemente, OH dulce Madre de Dios, y Madre inmaculada del Rey de los Ángeles “que ven continuamente la cara del Padre que está en los cielos, Vos sois para siempre nuestro amor y amparo, nuestra esperanza y nuestra gloria!. San Miguel, santos Arcángeles, defendednos, y protegednos contra las insidias de Satanás. Oh, María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Amen.

 

 
 


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