ACTOS DE ADORACIÓN Y DESAGRAVIO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 

  

 

1.  Os adoro profundamente, oh Jesús mío sacramentado, y os reconozco por verdadero Dios y verdadero Hombre; con este acto de adoración es mi deseo suplir la tibieza de tantos cristianos que, al pasar por delante de vuestros templos, y aun muchas veces estando delante del Sagrario donde os dignáis permanecer continuamente con amorosa impaciencia de comunicaros con vuestros fieles, ni siquiera os saludan, y con su indiferencia muestran estar, como los israelitas en el desierto, hastiados de este maná celestial. En desagravio de tan culpable tibieza, os ofrezco la sangre preciosísima que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente, en ella, repito una y mil veces: Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

2. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, y creo que estáis presente en el Santísimo Sacramento, y con este acto de adoración es mi deseo suplir la ingratitud de tantos cristianos que, al veros llevar a los enfermos para ser su Viático en el gran viaje de la eternidad, no os acompañan y apenas si se dignan honraros con un acto externo de adoración. En desagravio de tanta frialdad, os ofrezco la Sangre preciosísima que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente en ella, os digo una y mil veces: Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

3. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, verdadero Pan de vida eterna, y con este acto de adoración es mi deseo desagraviaros de tantas heridas que causa cada día a vuestro Corazón la profanación de las iglesias, donde os dignáis permanecer bajo las Especies sacramentales, para ser amado y adorado de vuestros fieles. En desagravio de tantas irreverencias, os ofrezco la Sangre que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente en ella, repito cada instante: Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

4. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, Pan vivo bajado del Cielo; y con este acto de adoración es mi deseo reparar tantas y tantas irreverencias como cometen vuestros fieles mientras asisten a la santa Misa, en la cual, por un exceso de amor, renováis, aunque sin derramar sangre, el mismo Sacrificio que ofrecisteis un día en el Calvario por nuestra salvación. En desagravio de tanta ingratitud, os ofrezco la Sangre que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, en la cual me encierro espiritualmente, y, uniendo mi voz a la de los Ángeles que en torno de Vos forman corona, os digo con ellos: Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

5. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, verdadera víctima de expiación, por nuestros pecados; y os ofrezco este acto de adoración para desagraviaros por los sacrilegios y ultrajes que recibís de tantos cristianos ingratos, que tienen el atrevimiento de acercarse a recibiros en la Sagrada Comunión con el pecado mortal en el alma. En desagravio de tan horribles sacrilegios, os ofrezco las últimas gotas de vuestra preciosísima Sangre, que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, en el cual, espiritualmente encerrado, os adoro, os bendigo y amo, repitiendo con todas las almas devotas del Santísimo Sacramento: Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Oración de desagravio a la Eucaristía.- ■ Jesús: “Tú, muchas veces al día, —no puedo decirte: a cada momento, pues si fueses un querubín y no una criatura que tiene las torpezas de la materia, te diría: a cada momento— repite esta oración: «Jesús, que eres golpeado en nuestras iglesias a manos de Satanás, te adoro en todas las partículas esparcidas y destruidas entre las ruinas. Tómame por sagrario, por tu trono, por tu altar. Me reconozco indigno de ello, más Tú quieres estar entre los que te aman y yo te amo por mí y por quienes no te aman. Que el amor me empurpure como de sangre a fin de que llegue a ser digno ornamento para recibirte a Ti que quieres ser semejante a nosotros en esta hora de guerra. Que mi amor sea lámpara que arda delante de Ti Santísimo y mi holocausto incienso. Así sea»”.  (Escrito el 4 de Junio de 1943). VALTORTA.

 

 

 


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